
Por la tarde se entregarán los premios a los mejores augardenteiros, y a las mejores aguardientes en las tres variedades de blanca, tostada y de hierbas.
Blog sobre turismo y hostelería, que quiere potenciar la participación de los que visitan y disfrutan del tiempo de ocio en la provincia de Pontevedra. Publicamos además noticias que sirva a las empresas para que no pierdan las pistas de los nuevos tiempos que corren, sobre legislación, ayudas, trato al cliente, el mercado en red o el turismo 2.0.
Para a segundo domingo de Xullo está sinalado o curro do Galiñeiro, certamente o
máis urbano de Galicia porque a el van parar bestas que, alén de no termo
municipal de Gondomar, pacen todo o ano no de Vigo, a primeira concentración
urbana de Galicia. Así, o máis arcaico e o máis férridamente contemporáneo se
conxugan no Curro do Galiñeiro como é uso na Terra de Turonio.
O curro
celebrarase no seu lugar habitual ao pé da penedía das Gallas e da Cova da Becha
(temíbel serpe que devora mozas e cabritos se non lle ofrecemos cuncas de leite
fresco) nun espazo que foi notabelmente mellorado coa desparición do eucaliptal.
Non lonxe do curro, que aínda é de madeira como antano foran todos, está o campo
dos Arruídos, topónimo considerado celta pola indoeuropeística e relacionado no
significado co fluir das augas, como corga e arroiar. Nos Arruidos e na parede
cuase vertical dun formidábel penedo deprégase o cadro festival da que foi
chamada Pedra das Procisións. Trátase dunha colección espectacular de gravados
prehistóricos nos que predominan motivos militares sobre os que destaca unha
espada da Idade do Bronce de dimensións colosais. Seguramente trátase da espada
dalgún deus vello que viviu no Galiñeiro.
Este ano o curro do Galiñeiro
celebrarase cunha especial ledicia. A Consellería do ramo do medio ambiente
natural acaba de facer público que o parque natural do Monte Aloia, fundado nos
anos vinte polo enxeñeiro Areses, vai extenderse a toda a Serra do Galiñeiro e
nun futuro próximo os gandeiros da zona van gozar, e tamén o curro, dun trato
especial. Todos os veciños dos concellos de Gondomar, Mos, Porriño e Vigo que
habitan na zona protexida están de noraboa, como estamos todos os fieis
frecuentadores do Monte Aloia e da Serra do Galiñeiro. Por suposto, Manuel
Vázquez, conselleiro, e Xosé Benito Reza, director xeral, merecen o noso aplauso
porque por fin o principal territorio natural montuoso do hinterland de Vigo que
chamamos Turonio foi tido en conta pola administración autonómica. Todo parece
indicar que nesta serra que desde o cabezo do Aloia sobre o Miño corra cara o
Norte para afirmarse gloriosamente no que Fontán chama Corno do Demo sobre a
Garrida de Valadares, as cousas van mudar para ben. As pedreiras e canteiras
interromperan a ruina montium; as plantacións masivas de eucalipto coñecerán o
seu fin; a apertura de pistas sen sentido terminará tamén e outra política será
incentivada coa colaboración das comunidades de montes. A riqueza xeolóxica do
Galiñeiro terá que ser divulgada; o casarío tradicional dos Cabreiros, de Prado
ou de Vila, seguramente será protexido; o gado e avenza (cabalos, vacas, cabrío)
coñecerá un forte e novo pulo; a riqueza arqueolóxica (petroglifos e murallas
xémeas do Aloia e as Gallas) convertirán o parque nun museo a pleno ar. E outras
moitas e boas cousas.
Cierto es que en territorio nacional la clasificación de hoteles es competencia de las Comunidades Autónomas, y cada una de ellas en base a sus criterios otorga un número u otro de estrellas. No digamos ya a nivel internacional donde un 3 estrellas en España no tiene absolutamente nada que ver con uno en París o en Londres. Incluso algunos países no se rigen por estrellas ! menudo lío, pobre cliente.
Claro que para asignar categoría se tienen en cuenta criterios como instalaciones, tamaño, infraestructuras, etc. Lo importante creo es ¿que ocurre con el cliente?, ¿es distinto el cliente que viaja a Barcelona del que lo hace a Segovia? ¿y a Londres?
El cliente no conoce de competencias ni tampoco le importa, ni mucho menos de normativas. Lo que el cliente desea es un producto acorde a sus necesidades y una buena relación calidad / precio. La coincidencia en el tiempo con la evolución de Internet a lo que hoy llamamos Web 2.0 y fruto de la necesidad del cliente en conocer el verdadero estado de un hotel, ha desencadenado el furor de las opiniones de los clientes.
¿Que puede transmitir mejor el estado de un hotel? ¿Una placa con un número de estrellas en la puerta calculada en base a no se sabe que criterios? o acaso la información de primera mano reflejada por clientes que han estado en dicho establecimiento.
Tal vez un hotel podría lucir orgullosamente, no sólo en su entrada sino también en su sitio Web su Categoría Social, la calculada en base a las valoraciones de los clientes, la real, la de ese jurado imparcial exigente y conocedor de las necesidades del cliente, por que es un jurado formado por clientes.
La Categoría Social, es inflexible en cuanto a su significado y es el resultado de la Reputación Online y Offline del propio establecimiento, es el resultado de un buen servicio o del estado de las instalaciones, es dinámica y flexible con el tiempo. Además puede ser variable en base a los perfiles demográficos y sociales de los usuarios que contribuyen a la misma mediante sus valoraciones.
Podría ser este un primer paso en nuestro camino por convertirnos en líderes en distribución.
Es aquí en este punto donde cobraría verdadero sentido el Posicionamiento del Hotel frente a los medios sociales y los contenidos generados por usuarios. La Reputación Online es lo que marca el posicionamiento y las herramientas para gestionarla son la mejora contínua y la satisfacción del cliente. La conversación hará que nuestra valoración sea lo mas ajustada a la realidad, y los Optimización para los medios Sociales será el pan de cada día, de hecho, nos va la vida con ello.
No se, es una reflexión personal sobre hacia donde deberían evolucionar las Categorías Hoteleras, al margen de estrellas y cucús. Sin fronteras, sin competencias e intereses políticos o empresariales, simplemente el fruto de una verdadera orientación al cliente.
Siete de cada diez españoles ha robado en una habitación de hotel. Lo dicen las estadísticas de la principales cadenas y lo confirman, aunque con menor incidencia por el tipo de turistas que reciben, los establecimientos vigueses, que anualmente se gastan alrededor de 2.000 euros en reponer las toallas, sábanas y objetos sustraídos por su clientela.
En hoteles de más de 100 habitaciones y con entre 15.000 y 20.000 clientes anuales el gasto se dispara y según el presidente de la Federación de Hoteleros de Pontevedra, José Manuel Barbosa, "puede superar los 4.000 euros". Aunque afortunadamente la costumbre parece ir a menos y está más localizada en los alojamientos costeros, que reciben casi en exclusiva turistas de ocio y playa y grandes grupos en invierno, los más proclives a llenar la maleta.
En el Gran Hotel HLG Samil la dirección estima "en una cantidad fija de entre dos y tres euros por cliente el coste anual de la reposición de material y mobiliario", lo que con 137 habitaciones podría suponer en temporada alta unos 400 euros mensuales. Personal de recepción lamenta lo difícil que resulta evitar los hurtos en días de mucho movimiento y explican que lo que más se roba son "toallas, mandos de la televisión, que suelen ser universales, y hasta los abridores del minibar".
Originalidad y valentía no les falta a estos amigos de lo ajeno, que en el hotel NH Palacio de Vigo incluso se llevan los vades o carpetas de cuero que se ponen en los escritorios a disposición de los usuarios. La directora del establecimiento, Cristina Pardo, señala que otra de las cosas que más se llevan son los albornoces y las toallas. En raras ocasiones un teléfono o la alcachofa de la ducha.
Jarrones y portavelas
La situación se repite en el Ciudad de Vigo, cuyo responsable, Miguel Tejada, insiste en que "sólo un 3 por ciento de los clientes roba en el hotel". No obstante, poco a poco es raro el mes que estas "desapariciones" no rondan "entre los 150 o 200 euros", que a final de año pueden llegar a suponer entre 1.500 y 2.000 euros.
Ayer mismo le alertaban de la desaparición de un jarrón en el hall del sexto piso, pero esto no es lo más raro que se ha encontrado. Hace unos días les desaparecieron las gafas de frío para relajar los párpados y los portavelas en una de las habitaciones "pink" reservadas para señoras.
Pero el producto estrella siguen siendo las toallas, lo que ha llevado a alojamientos como el Ipanema a sustituir las tradicionales con el anagrama y un coste de siete euros por otras lisas y menor precio en las reservas de grupos, que es dónde más objetos suelen desaparecer. Su director y portavoz de los hoteleros vigueses, Santiago Villanueva, resalta también la cantidad de pilas de los mandos que se roban y coincide con los demás empresarios en que este tipo de actitudes son más propias del turista de vacaciones o fin de semana que del profesional, que son las personas que vienen a congresos o por motivos de trabajo y suelen ser fieles a un mismo establecimiento.