EL CASTILLO DE MONTE LOBEIRA

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Subir a la cima del Monte Lobeira (Vilanova de Arousa) merece el esfuerzo por el paisaje que ofrece. Y más ahora: los visitantes descubrirán en la cumbre los recién destapados restos del que hace unos siglos era una de las fortalezas defensivas que el Arzobispado de Santiago tenía repartidas por toda la ría. Mucho más lejos del mar que sus hermanas de A Lanzada y Catoira, desde Lobeira se vigilaba tanto el océano como tierra adentro.

Escondidos bajo una buena mata de zarzas y una capa de tierra, se le ha dado claridad a los escalones de entrada a la fortaleza, la estructura pétrea donde estaba la puerta, el aljibe para acumular agua de la lluvia, tableros de juego marcados en la piedra, un trozo de muro que se podría seguir por todo el contorno del monte... Las piezas van encajando a medida que lo hacen los trabajos de los arqueólogos que estos días estudian el terreno, desenterrando restos de la vida cotidiana: una moneda de la época de la segunda revuelta irmandiña, un proyectil de piedra y abundantes restos cerámicos. Entre ellos, la cara loza sevillana y la más cara todavía cerámica de manises.

El patio de armas no es ahora más que una pequeña explanada en la que los caminantes pueden tomar aire antes de subir al peñasco de la cruz de Lobeira. Sobre esa piedra se levantaba la torre del homenaje. No es la única roca que se aprovechó para dar forma a la estructura militar: muchas otras piedras jalonan la muralla, y bajo algunas de las grandes rocas se abren cuevas que fueron utilizadas con seguridad por los ocupantes medievales de Lobeira.

La parte más noble de la fortaleza habría sido levantada con granito fino traído de lejos. Como toda la construcción, sufrió la ferocidad de las guerras Irmandiñas, y el material echado abajo podría haberse utilizado en el Pazo O Rial.

La fortaleza no es el único vestigio de la antigüedad que queda en Lobeira. El monte acumula una importante historia arqueológica. Existen suficientes hallazgos, así como referencias escritas, de que antes de que se construyese la fortificación, existía el conocido como Castrum Luperiae, sobre el cual se edificó el castillo. Se descubrió además, a raíz de los incendios de 2006, un círculo lítico de 18 metros de diámetro que parece conformado por una única hilera de piedras irregulares de mediano y gran tamaño. El círculo se encuentra en una llanura arbolada que se sitúa al pie del monte. Forma parte de una necrópolis megalítica compuesta por tres mámoas y el propio círculo.

Los comuneros de András son los encargados de promover la recuperación de estos tesoros patrimoniales, además de poner en marcha numerosas iniciativas tendentes a crear amplias zonas de bosque autóctono. Visto en La Voz.

En la foto aljibe de la fortaleza para recoger agua de la lluvia.

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