EL PASADO DE LOS CRUCEROS QUE PARTEN DE VIGO

Es una gran noticia que la ciudad de Vigo sea puerto de salida de cruceros para el 2010. Hay fechas (24 y 28 de abril, 5, 12, 19 y 26 de mayo), ventas de billetes a todo tren y muchas posibilidades de que el número de salidas (por el Atlántico y al Mar Báltico) se incrementen.

Es un camino que se amarra, más allá de florituras y pavoneo político, en el trabajo de Ibero Cruceros y Viaxes Loa: Se pueden ver aquí sus ofertas.

Hay novedades agradables que no surgen desde la nada. Desde un puerto que en 1914 llegó a tener 733 trasatlánticos esperando por los gallegos que se iban a América en condiciones extremas, la historia da un giro y sigue por un puente de ida y vuelta pero que no se sostiene en el aire por arte de magia. Nos construimos desde es el esfuerzo y la memoria. Mario Martini presidente de Ibero Cruceros, fue hace años segundo oficial del Eugenio C, trasatlántico que llevó durante años a miles de emigrantes desde Vigo hacia Argentina, Uruguay y Brasil. Y también Luis Otero, gerente de Viajes Loa, tiene varias generaciones de su familia, incluidos sus padres, que siguieron la senda de la emigración. Suponen para este proyecto dos pilares llenos de simbolismo retorcido.


Sin duda, esta ciudad, ¿area metropolitina?, Rías Baixas-Pontevedra, y su sector turístico se merecía esta oportunidad, para crecer sin complejos y teniendo la oportunidad de hacerlo recordando lo que fuimos.

SABER MÁS SOBRE LO QUE COMEMOS

Hay un inmenso desierto por cubrir entre nuestro plato (el bocado que nos llevamos a la boca), y el origen de los alimentos. Es una de las caras feas de la globalización y sus mercados (y no la peor) que consiguen que una hamburguesa sea más barata que un brócoli.

Pero quizás estemos también en el mejor momento para tomar ‘conciencia’ sobre el origen del producto. No parece ya que sea suficiente que lo que comamos esté bueno. Está cambiando ese gran desierto en el que nos hemos metido con una vida desconectada de la realidad de los alimentos, lo que cuesta conseguirlos, sus valores nutricionales y el habitat natural del que provienen. Hay movimientos de reacción y el consumidor en el día a día no solo come: habla, lee, consulta blogs... es crítico y forma parte de una naciente democracia gastronómica.

Además, cuando ese mismo consumidor viaja y lo etiquetan como turista, también busca experiencias totales para llevarse en sus cámaras y a sus blogs. ¿Podrán los turistas ver cómo se recogen y recoger ellos mismos navajas del fondo de las rías?. No es tan descabellado. ¿Podremos ir de compras con los cocineros de los restaurantes donde paremos a cenar?. También.

¿Y si pagaran por venir a recoger percebes? se preguntaba hace unos meses Xosé Cannas.

La cocina del producto que exportamos desde Galicia, de preparación sencilla, ha ensombrecido en muchos restaurantes el buen nivel técnico con el que trabajan nuestros cocineros: Existe una revolución pendiente en estas tierras, que es la de los cocineros estrella.

Pero quizás no convenga ya avanzar por ese camino. Ya estamos llegando tarde a ese escaparate mediatico que es el de los grandes cocineros encerrados entre pucheros. En la cocina hay que entrar en un escenario novedoso que borbotea como un oasis, y que de forma natural coloca al chef con huerto propio, fuertemente relacionado con los productores locales (los proveedores tendrán que mejorar), tocando en una orquesta en la que hay sumilleres, camareros, enólogos, bodegueros, agricultores, pescadores, ganaderos, recolectores….

Y el consumidor en general o el turista, quiere tener experiencias que lo acerquen a esa carga romántica de los trabajos vinculados a la naturaleza, a la recolección, a la pesca, y formar parte de la orquesta.

Manuel Gago de capítulo 0, que está enganchado a este "saber más sobre lo que comemos", ya había participado en un reportaje multimedia (coasnosasmans) para el forum gastronómico sobre el pasado, presente y el futuro de lo alimentos, acompañando a sus productores y transformadores.

Ahora da otra puntada periodística muy prometedora (mar por dentro) y nos lleva de chapuzón al fondo de las rías, presentándonos a la almeja fina, y proximamente a la vieira, nécora, pulpo, navaja...

O sea, todos esos invitados a cualquier cuchipanda padre de nuestra gastronomía, y de los que ya nos apetecía saber en qué demonios andarían metidos antes de caer en nuestros platos.

Mar por dentro (I) from manuel gago on Vimeo.

RESTAURANTE O CROQUE EN EL MUSEO DEL MAR DE VIGO

El restaurante O Croque abrió en otoño y me alegré. Por que me gusta este rincón de Vigo y pasear por el edificio del Museo del Mar es una gozada. Si además uno puede sentarse y paladear el paisaje con algún buen plato debajo de la nariz... pues mucho mejor.

Sobre esta punta marítima de Alcabre se acumulan varias capas de historia y todas están relacionadas con el mar. Cuando se remodelaron las antiguas naves que estaban en la zona para levantar el museo (los edificios habían sido una vieja fábrica de conservas a finales del S. XIX), se descubrió un castro (que está a la vista), y en un estrato arqueológico anterior: 2000 restos de ánforas fenicias y un altar, lo que me lleva a soñar con un poco de historia novelada, en la que marinos cartagineses cambian las "latas" de conservas del momento (el pescado en salmuera de las ánforas) por los metales que se apañaban en buscar los habitantes de los castros.

Pero el museo tiene otras sorpresas, y aunque muchos añoramos grandes exposiciones como la que lo puso en marcha en el 2002 dedicada a la batalla de Rande, darse un paseo por su colección permanente y el gran trabajo arquitectónico lleno de luz y mar de Aldo Rossi/Portela merece la pena.

Y ahora mucho más. Por que como decía, desde octubre del año pasado, el restaurante del museo está en marcha y en muy buenas manos. Celia Cabrera formada en la Escuela de Hostelería de Santiago, después de trabajar durante cinco años para el grupo Paradís, volvió a Galicia y se enamoró del lugar tanto tanto, que se comprometió a levantar un negocio de hostelería donde no había nada, rodeándolo de diversas actividades de degustación y educativas (cursos para niños, catas de vinos, cervezas, aceites...) que hacen de O Croque un punto de encuentro gastronómico muy prometedor. Sin tener el añito cumplido se notan buenas maneras.

Aprovechando que en la primera semana de julio ofrecían el menú degustación "San Pedro pescador", me pasé a probarlo el día 4. Además como hacía un día de playa estupendo, me llevé una toalla para tumbarme a hacer la digestión en la playa de O Cocho que relame al museo por uno de sus lados.

El menú empezó con un tataki de atún sobre cebolla morada confitada. El dado de atún estaba perfecto, presentado con estambres de flor, cocinado con un golpe de fuego y rebozado en pimienta, lo que contrastaba con el sabor dulce de la cebolla confitada. El sabor de la pimienta se azuzó por la acidez matizada del albariño de las bodegas Fillaboa, y llegó hasta el segundo plato, una crema de erizos de mar y langostinos. Esta se sirvió caliente y nada más servirlo me inundó con un fuerte olor a vísceras de marisco, y con esto me refiero (que nadie piense mal) a la parte más exquisita de los crustáceos, la comestible y llena de corales. La espesura de la crema la daba un huevo y el paladar se deleitó encontrándose los tropezones de los langostinos entre el líquido sabroso. El olor de este plato fue el que me acompañó toda la tarde.

A continuación de estos entrantes me sirvieron dos platos frescos y veraniegos. Muy apropiados para el buen tiempo. El primero un ravioli frito de centollo y mango al coco. Estupendo, lo mejor, crujiente con un agradable olor a coco, y lleno de huevas de marisco anaranjadas y mango en dados calientes. Y el segundo unas conchas de verduras con croques (berberechos) deliciosas, regadas con un aceite exquisito que le daba el toque justo de grasa a la pasta y a las verduras: calabacín, pimiento y zanahoria. Los croques en su punto, deshaciéndose en la boca como mantequilla y guardándose el sabor a mar.

El plato fuerte del menú fue la suprema de (san) martiño con patata confitada y escabeche de fabes y boletus. Este pescado que fue durante mucho tiempo un extraño en las cartas de los restaurantes al ser muy espinoso y sufrir mucha merma al prepararlo, hoy es bastante frecuente y apreciado. Se conoce en el sur como gallo de san pedro, y en el norte cambia de santo. Es un pescado que excita la imaginación de los cocineros pero quizás sea el enharinado y la sartén el mejor final que se le pueda dar. Así lo sirvieron en O Croque coronado con las huevas fritas y con una base de fabes, setas, cebolla y zanahoria en vinagre. La carne del pescado estaba suave con un rebozado crujiente y aromatizado con néboda.

El postre perfecto. Nunca podré quejarme de un postre que lleve chocolate. Los recuerdos de la infancia me pueden. En este caso la cocinera le deja el protagonismo a uno de sus ayudantes que le pone nombre al plato: Las texturas de Beni: Bizcochos de chocolate con plátano licuado dentro, acompañados de cubos cítricos de gelatina. Con unas hojas de menta y nata.

Muy buena experiencia que recomiendo para este verano (bueno... y sensacional para cenas románticas!). Un restaurante joven con una cocina que empieza a dispararse y que promete mucho, además de tener un servicio en sala atento y profesional de los que escasean. El precio de este menú degustación estaba en 35 €. Incluía agua (no cerveza o vino) y café (con gotas del marqués).

Los menús degustación salen en fechas señaladas (hay que estar atentos a la web del restaurante http://www.apiques.com/) El menú del día está a 12,50, puede verse aquí. Teléfono 986247693. En el google maps pinchando aquí.


http://www.youtube.com/watch?v=N_LxIvm-cb8