EL BALNEARIO FLOTANTE DE VILAGARCÍA

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Inicialmente la práctica de los baños de mar se realizaba exclusivamente con fines sanitarios y a escondidas, ya que no encajaba con los valores de la época.

Es a partir de mediados del siglo XIX cuando estos baños se recomiendan abiertamente por las medicinas higienistas y se ponen de moda por la alta burguesía, que los convierten en una práctica de ocio, acotada a determinadas zonas de la costa. Esta actividad balnearia trae consigo un gran cambio en las costumbres sociales de los veraneos de la época que motiva la aparición de nuevas edificaciones e infraestructuras: los paseos marítimos y los balnearios de mar, los primeros talasos que sustituyen a las más incómodas casetas de baño.

En Vilagarcía se inauguraba en 1888 un hermoso edificio fijo de madera en la playa de la Concha, que ya solo existe en las imágenes fotográficas y en la memoria. Era el balneario flotante de la High Life.

La Gaceta de Galicia de ese año contaba como era esta construcción y las comodidades que ofrecía: De «estilo chinesco», el edificio tenía una parte destinada a los hombres y otra a las mujeres. Había un restaurante amplio y con mesas de mármol. Albergaba también tocador de señoras, gabinete de lectura y una sala de juegos, con caballitos y billar romano (un juego de bolas semejante a la petanca).

El Balneario de la Concha de Arosa disponía de sesenta habitaciones, «con jofaina de válvula, espejo y colgadores, pero todo elegante, todo bueno», con cuartos de baño calientes.

El edificio daba al mar con un mirador de recreo y escaleras que bajaban a la playa.

La parte central era un gran salón hexagonal con vidrieras. En este espacio fue dónde la fonda Suíza, de Santiago, sirvió la comida de inauguración: El menú incluyó huevos, pescado, pollo, langosta y carne. Referidos en francés, al gusto de la época, los platos se presentaron como oeufs brouillés á la pointe d'asgerges , poisson sauce normande, poularde en galantine truffé, langouste en remo ade e rosbeaf aux champignons, con salchichón de Lyon como entremés. Chantilly y pudin de postre. Una referencia gallega se colaba en los vinos: Ribeiro.

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