Hay un inmenso desierto por cubrir entre nuestro plato (el bocado que nos llevamos a la boca), y el origen de los alimentos. Es una de las caras feas de la globalización y sus mercados (y no la peor) que consiguen que una hamburguesa sea más barata que un brócoli.
Pero quizás estemos también en el mejor momento para tomar ‘conciencia’ sobre el origen del producto. No parece ya que sea suficiente que lo que comamos esté bueno. Está cambiando ese gran desierto en el que nos hemos metido con una vida desconectada de la realidad de los alimentos, lo que cuesta conseguirlos, sus valores nutricionales y el habitat natural del que provienen. Hay movimientos de reacción y el consumidor en el día a día no solo come: habla, lee, consulta blogs... es crítico y forma parte de una naciente democracia gastronómica.
Además, cuando ese mismo consumidor viaja y lo etiquetan como turista, también busca experiencias totales para llevarse en sus cámaras y a sus blogs. ¿Podrán los turistas ver cómo se recogen y recoger ellos mismos navajas del fondo de las rías?. No es tan descabellado. ¿Podremos ir de compras con los cocineros de los restaurantes donde paremos a cenar?. También.
¿Y si pagaran por venir a recoger percebes? se preguntaba hace unos meses Xosé Cannas.
La cocina del producto que exportamos desde Galicia, de preparación sencilla, ha ensombrecido en muchos restaurantes el buen nivel técnico con el que trabajan nuestros cocineros: Existe una revolución pendiente en estas tierras, que es la de los cocineros estrella.
Pero quizás no convenga ya avanzar por ese camino. Ya estamos llegando tarde a ese escaparate mediatico que es el de los grandes cocineros encerrados entre pucheros. En la cocina hay que entrar en un escenario novedoso que borbotea como un oasis, y que de forma natural coloca al chef con huerto propio, fuertemente relacionado con los productores locales (los proveedores tendrán que mejorar), tocando en una orquesta en la que hay sumilleres, camareros, enólogos, bodegueros, agricultores, pescadores, ganaderos, recolectores….
Y el consumidor en general o el turista, quiere tener experiencias que lo acerquen a esa carga romántica de los trabajos vinculados a la naturaleza, a la recolección, a la pesca, y formar parte de la orquesta.
Manuel Gago de capítulo 0, que está enganchado a este "saber más sobre lo que comemos", ya había participado en un reportaje multimedia (coasnosasmans) para el forum gastronómico sobre el pasado, presente y el futuro de lo alimentos, acompañando a sus productores y transformadores.
Ahora da otra puntada periodística muy prometedora (mar por dentro) y nos lleva de chapuzón al fondo de las rías, presentándonos a la almeja fina, y proximamente a la vieira, nécora, pulpo, navaja...
O sea, todos esos invitados a cualquier cuchipanda padre de nuestra gastronomía, y de los que ya nos apetecía saber en qué demonios andarían metidos antes de caer en nuestros platos.
Mar por dentro (I) from manuel gago on Vimeo.
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No os ha pasado que, en una cena, el tema central de la conversación es, ¿qué ingredientes tiene este plato?¿este sabor es de?¿y esto, qué es? Siendo, en algunas ocasiones, tan interesante la charla que se termina preguntando al camarero.
Y ahora un secreto, ¿sabéis lo que más me gusta del programa “Larpeiros” que esta repitiendo la gallega?. Pues, la primera parte, cuando Tomás va a buscar los ingredientes para la receta: cuando se ve a las mariscadoras trabajando, como se hace el pan de Cea, como se pesca la carioca, …
Curiosidad, bendita curiosidad.
hola hojitafrita ;), también a mí esa es la parte que más me gusta de larpeiros. Las visitas a los productores y al mercado. Es un gran acierto y creo que el éxito del programa tiene que ver mucho con esos paseos de Tomás. Creo que el reciente libro de Benigno prescinde de esa parte y se queda solo en un libro de recetas. Me hubiese gustado que siguiesen la línea del programa.
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