Pinchando aquí se puede leer el primer estudio del observatorio turístico de las rutas del vino de España de ACEVIN. El observatorio nace con la vocación de elaborar análisis regulares del sector enoturístico en los territorios de las distintas Rutas Certificadas de esta entidad.
Aunque el estudio resulta bastante generalista, y deja fuera a muchas DO que no cuentan con la certificación ACEVIN, habrá que concederle el mérito de ser un interesante punto de partida para elaborar nuevas estadísticas que sirvan para planificar estrategias de negocio.
Los turistas del vino llegan, esencialmente, desde el territorio español. El 82% son de origen nacional y solo un 18% es extranjero. Por comunidades Madrid es la que mayor número de estos turistas aporta, seguida de Barcelona y Zaragoza. Otra característica de los enoturistas es que son ellos mismos los que organizan el viaje y solo 8% recurre a una agencia de viajes. Internet, y los familiares y amigos son la principal fuente de información a la que acuden estos visitantes. En general, el tipo de cliente que visita las rutas de enoturismo suele ser el de una familia con hijos, dando la sensación de que se trata de un turista de consumo de multi-producto (gastronómico, cultural...) en entornos más o menos rurales y donde lo “eno” es un componente más. Un dato muy positivo es que más de la mitad de los encuestados están muy satisfechos con las visitas que realizan. De hecho, un 54% puntuaron con cinco puntos sobre cinco las rutas del vino que visitaron.
El contraste lo ponen las propias bodegas que participan en las rutas enológicas. Cuando se les pregunta si están satisfechas de los resultados que recogen del enoturismo, la mayoría dice que no mucho (51%), mostrando un cierto desencanto con esta forma de turismo, y los beneficios que les pueda reportar.
Entendemos que muchos bodegueros piensen más en vender vino que facturar en turismo. Muchas veces estas dos líneas de trabajo se hacen por separado, no en un proyecto global, y eso puede producir la sensación de desánimo duplicando los recursos necesarios para poder avanzar en los dos caminos diferentes. A la larga se dejará de andar el camino del enoturismo salvo que las acciones que se desarrollen en los dos campos vayan en paralelo, con un plan de marketing (por sencillo que sea) que contemple en todos los casos, la parte turística en cuanto a desarrollo de producto, vías de comercialización turística, vías de promoción, segmentación de enoclientes etc...
En esta labor, las DO y las administraciones tienen mucho que decir, empezando por la labor formativa sobre los propios profesionales del vino, y desde luego el diálogo con el sector turístico es imprescindible.
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