Antes de abrir hace un año la Crêperie do Mar en pleno Casco Vello vigués el cuentakilómetros de Hervé Valette había dado muchas vueltas. Y las que aún puede dar porque, según dice, no sabe dónde estará mañana, o dentro de un lustro. Nacido en París, ciudad en la que residió 20 años, ha recorrido media Europa (Londres, Bruselas, Ginebra, Lisboa...) y parte del Caribe, y ha ejercido numerosas profesiones. Su mente inquieta le ha llevado a formarse en campos bien diversos, incluido el deportivo.
En lo que no ha necesitado recibir formación expresa es en la preparación de creps. «Forma parte de mi vida. Aprendí a hacerlos con mi abuela en Bretaña cuando era niño. Hacer creps es un arte y yo me considero un artista de los creps». El dato de Bretaña no es baladí, ya que es la región de la que es originario el plato. Tal vez por eso, las tortitas que salen de las manos de Hervé no se parecen a ninguna otra. También tal vez por eso, los clientes primerizos se convierten pronto en habituales.
Casi tan llamativo como el sabor de la única especialidad que figura en la carta, en sus variedades de dulce y salada, es el interior del establecimiento. Decorado al más puro estilo kitsch, bien podría servir de escenario a una película de Almodóvar. Un atractivo añadido es la posibilidad de aprender idiomas, ya que Hervé, que todavía no se maneja con soltura en español, practica un idioma nuevo que bien podría llamarse frangallespanglis.
Donde no hay dudas sobre su buen hacer es en la cocina. Acaba de avalarlo el mejor jurado posible, el público, con motivo del concurso de tapas del Casco Vello. La preparada por Hervé se llevó el premio.
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no me gusto al no entender el idioma español el camarero
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