ESTRELLAS MICHELÍN VERSUS ESTRELLADOS 2.0

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Viñeta de Mauro Entrialgo: pinchar encima para ampliar.

En un post reciente, Crema nos apuntaba lo poco que significan ya para los clientes las clasificaciones turísticas de tenedores en restaurantes, y estrellas en hoteles. Hoy en día si queremos saber cuáles son los mejores restaurantes no vamos a la lista de los restaurantes con más tenedores. Por motivos de origen puramente fiscal (un restaurante tributa más a Hacienda en concepto de IVA cuantos más tenedores tiene), la tendencia es que cada vez más restaurantes se conformen con uno o dos (sólo un 2,5% de restaurantes de España tiene entre tres y cinco tenedores). Un gran número de clientes lo que utilizan para saber si van a salir contentos de un restaurante o de un hotel, es el boca a oreja, en su versión tradicional, o en la versión virtual: leyendo blogs o participando en comunidades 2.0.

En el caso de los más conservadores, se quedan en un punto intermedio que es el de utilizar las guías tipo Campsa, Gourmet y sobre todo Michelín, aunque ya son muchos los que contrastan estas guías con información en internet: más fresca e inmediata, o si se quiere más cercana al permitir interactuar con los que la cuelgan en sus blogs o en las comunidades 2.0.

El futuro más inmediato para medir la calidad de los locales va a ser esa categoría que le van a dar sus propios clientes con sus opiniones. Y esto es así y a pesar de los que se oponen a que el cliente (o el ciudadano en general) por fin tenga mucho que decir, queriendo regular, y proponiendo registros de blogs (ver más en la web de la eurocámara).

Este cambio (el de valorar los servicios y las empresas por la información existente en internet) es sobre todo generacional (no es que la promueva, si no que es natural en las generaciones acostumbradas a tener ocio y relacionarse por internet), y necesita de un escaso aprendizaje de las nuevas tecnologías que se están creando, con un uso creativo en beneficio de los consumidores que es de rápida difusión. Esto ocasiona que vivamos un tiempo de ajuste, y de muchas interferencias por parte de los que tienen miedo a las críticas más razonadas que se difunden como la pólvora de blog en blog.

Desde luego, las nuevas normas de juego precisan un esfuerzo añadido por parte de las empresas de hostelería. Pero no es un esfuerzo a sumar a los muchos más que realizan para sacar sus negocios adelante, si no un esfuerzo de adaptación a los nuevos comportamientos de los consumidores, que evitará costes de otro tipo (por ejemplo: publicidad convencional o de maquillaje).

Son tiempos de cambios, e internet abre puertas donde otros quieren ver únicamente problemas y callejones sin salida.

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