Pensemos por un momento que Toñi Vicente se equivocó e hizo algo que no debía. Compró vieiras tóxicas a 0,80 € para venderlas en su restaurante a 24 €. Supongamos que no las compró además a un proveedor que la haya engañado, si no que ella misma negoció con los mariscadores furtivos y fue detenida con las manos en la masa. Imaginemos también que cuando cocinaba esas vieiras en mal estado lo hacía con la convicción de que no dañaba a nadie al actuar de esa manera. Y preguntémonos después de todo esto, por qué la primera estrella Michelín de Galicia, premio a la mejor cocinera europea, referencia de la cocina gallega, ha actuado de esta forma tan poco responsable.
Hay muchos deberes por hacer: deberían empezar a remangarse el sector de la hostelería y la Administración, sentarse para tratar lo que ha pasado estos días y sacar conclusiones conjuntas, por que el error de una sola cocinera, se ha convertido en la imagen que se exporta de todo un colectivo, dinamitando los tres motivos principales que deciden que un turista visite Galicia: La gastronomía, el marisco, y (para los que sepan leer entre líneas) el paisaje.
Algunos dirán que este es un caso entre mil, y otros que hay 30 o 40 más. Pero no es ese el ejercicio de autocrítica que se espera ahora. La conducta de Toñi Vicente no tiene que ver con el ejemplo de la manzana podrida en un cesto lleno de fruta sana. Sé que está imputada por un presunto delito, pero en la hostelería gallega no existe una maldad innata en dañar la salud de los clientes, lo que de verdad existe es una borrosidad en la capacidad de conocerse a si misma para progresar. Eso, y también un desaprovechamiento de la formación profesional. La conducta de Toñi Vicente lo que ha hecho es llamar la atención sobre el cesto podrido en el que se almacenan las manzanas sanas. Si utilizamos el simbolismo primitivo de ese oscuro objeto gastrónomico en el que se ha convertido la vieira, hablaremos de camino, peregrinaje y regeneración. Si se quiere perfilar este país habrá que empezar a gastar no más dinero pero sí de forma más eficiente, en formación continua, en reciclaje de profesionales, en mejoras medio ambientales y en educación de los consumidores. Por eso, que se haya hecho tan evidente que el cesto está remendado puede aprovecharse en beneficio de todos, por que la reflexión debe ir mucho más allá de un caso concreto en el que una prestigiosa cocinera compra a furtivos, el análisis de esta noticia en profundidad duele tanto, por que mete el dedo en dos de las "venas abiertas" de este país que son la contaminación de las rías y la explotación descontrolada de los recursos naturales de Galicia, con el visto bueno y el cachondeo padre, de gran parte de la sociedad gallega.
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