AGUAS CON MARCA

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Recuerdo cuando era sencillo entrar de niña en un bar a pedir agua, y te la daban del grifo y gratis, eran tiempos en los que era inconcebible ver a alguien en una terraza bebiendo agua. Las cosas han cambiado. El agua en los bares se cobra y es un servicio que deja un buen margen. Incluso estos meses en Madrid se ha estado debatiendo la posibilidad de que se cobre la habitual jarra de agua del grifo que muchos clientes tienen la costumbre de pedir con la comida para ahorrarse un dinero. Hoy además, las cartas de aguas en los restaurantes ya han dejado de ser una novedad. Hay quién tiene una opinión muy clara al respecto y dice que es una absoluta memez pagar aguas de elite, pero en esto pasa como en todo, que un agua sea más cara no quiere decir que sea mejor, muchas veces su precio se encarece por el coste del trasporte, y sobre todo por el diseño. Una vez que esto se ha dejado claro y el consumidor está bien informado, cada cual es muy libre de hacer lo que quiera con su curiosidad y su dinero.

La importación de aguas de “élite” mueve al año un millón de euros en España. Las aguas que recibimos en España proceden sobre todo de Inglaterra, Francia, Italia y los Países Escandinavos. Algunas proceden de manantiales milenarios, como el agua noruega Stekulla, agua embotellada de un manantial descubierto hace más de 10.000 años. Son tan importantes los diseños de las botellas, que se hacen diferentes según los eventos: la marca francesa Evian comercializa cada Navidad una serie limitada de botellas con un diseño diferente. Otras utilizan diseñadores internacionales, como le sucede al agua Voss, diseñada por Calvin Klein. La reacción de la gente cuando va a un restaurante y bebe una agua de este tipo suele ser la de pedir la botella y llevársela a casa.

Los precios oscilan según la marca y el diseño. La citada Voss, diseño de Calvin Klein, tiene un precio de 3,5 Euros para una botella que contiene un poco más de tres cuartos de litro, aunque en hostelería puede llegar a 7,5. Su agua es muy buena, procede de un manantial bajo roca y hielo en Noruega al que se llega a través de perforaciones. La hay con gas y sin gas. El agua Hildon, que toma la Casa Real Británica, se presenta en una botella similar a las de vino y es tan exclusiva que tiene hasta su propia revista, donde figuran las direcciones de tiendas, restaurantes y hoteles en todo el mundo donde la venden. Tiene un precio de 4,5€ para tres cuartos de litro y en hostelería alcanza los 7 €. La hay con gas. Otro agua que esta muy de moda es OGO oxigenada, envasada en botella en forma de bola como si fuera un perfume. Tiene 35 veces más oxigeno añadido a baja presión que las normales. La fabrica la marca holandesa O-Company, que defiende que el oxigeno extra que posee este agua favorece el riego sanguíneo y despeja la mente. La llaman “el agua de los ejecutivos”, que la suelen llevar en el maletín o en el bolso. Cuesta unos 3 euros la botella de poco más de cuarto de litro.

Las españolas que se han situado en las cartas son Solan de Cabras (Cuenca) y Vichy Catalán, que brota espontáneamente a 60º C del manantial en Caldes de Malavella (Gerona), aunque algunas partidas tienen carbono añadido.

En cuanto a las aguas gallegas, la mercadotecnia y la imagen de marca continua siendo la principal asignatura pendiente, ya que compiten en pureza y calidad con muchas de las aguas que aparecen en las cartas de los restaurantes. Galicía es el país de los 10.000 ríos, del agua, los balnearios y de la lluvía, pero la promoción de las aguas gallegas está estancada a pesar de que por su propia historía deberían venderse por si solas. En el siglo pasado personalidades de todo el mundo paraban en Galicia a "tomar las aguas", ocupabando hoteles -hoy muchos abandonados- y casas particulares transformadas en casas de huéspedes.

En Galicia, este sector, como muchos otros, tan solo necesita creer en si mismo e invertir en imagen.

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